Mercado de La Esperanza
EDIFICACIÓN COMERCIAL
Mercado de La Esperanza
Plaza de la Esperanza. Santander
Eduardo Reynals y Juan Moya
Corporación de Santander/1904
Alejandra Herrero Olavarri
La construcción del Mercado de la Plaza de la Esperanza se enmarca dentro del Plan Extraordinario de Obras Municipales de Santander, dirigido por Valentín Ramón Lavín Casalís entre 1896 y 1898, por aquel entonces Arquitecto municipal de la ciudad. La intención de dicho plan, promovido después de la devastadora explosión del Machichado, era desplazar el núcleo administrativo y comercial de la ciudad al interior de la población, abandonando poco a poco la zona portuaria.
Este plan incluía la construcción de un nuevo Palacio Municipal, dos Mercados, una Pescadería y dos Escuelas Públicas Municipales. Para llevar a cabo dicha labor, Lavín Casalís requirió la colaboración de reconocidos arquitectos madrileños, compañeros de estudios en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Concretamente, el hoy conocido como Mercado de la Esperanza, fue obra de Eduardo Reynals y Toledo y Juan Moya Idígoras.
El Mercado se construyó sobre parte del solar dejado por la desaparición del convento de san Francisco, compartiendo espacio con el Palacio Municipal. Cuenta además con un espacio exterior utilizado también como mercado, la Plaza de la Esperanza. Se conforma por un gran cuerpo alargado de planta rectangular, dividido en dos plantas diferenciadas desde el exterior; un basamento a modo de zócalo de piedra, y un cuerpo de estructura ferrovítrea subdividido en tres crujías.
El cuerpo principal se alza sobre el zócalo de piedra con un alzado marcado por ritmos alternos de pequeñas columnas de fundición, que definen la sucesión de módulos y huecos. Su cubierta, fragmentada en dos volúmenes, cuenta con un gran lucernario que recorre perimetralmente el encuentro entre ambos.
Su estructura ferrovítrea basilical permite crear un espacio diáfano sin apoyos intermedios, donde destaca como elemento protagonista una iluminación uniforme, conseguida gracias al lucernario longitudinal superior y a los amplios vanos acristalados de las fachadas.
Sus carpinterías metálicas, toda una obra ingenieril, se ven suavizadas por la presencia de elementos arquitectónicos puramente decorativos, generando un diálogo entre forma y función. Este diálogo se traslada a casi todo el conjunto, encontrándose multitud de contrastes; entre los perfiles recortados de las portadas y las formas geométricas del cerramiento de vidrio y hierro; entre los chaflanes del basamento y las pilastras que rematan las esquinas; entre los elementos cerámicos y la piedra de la base y portadas. Las referencias decorativas arquitectónicas, de estilo modernista, se encuentran también presentes en otros elementos como las letras de motivos vegetales del cartel principal, o las flores que adornan vigas, capiteles y columnas.
No obstante, a pesar del tratamiento del hierro y el vidrio como elementos artísticos que lo caracterizan y diferencian del común de obras ingenieriles, generalmente más sobrias, se trata de una obra enmarcada en la llamada «arquitectura de los ingenieros», donde el diseño se relega a condiciones técnicas y materiales.
08/03/2022