IGLESIA DE LA VIRGEN GRANDE
RESIDENCIAL UNIFAMILIAR/ARQCAM.006.0585
IGLESIA DE LA VIRGEN GRANDE
C) SERAFÍN ESCALANTE 2. TORRELAVEGA (Cantabria)
Camino Francés
Luis Moya Blanco
si/Imprescindible
1964
Mar Martínez
Este templo fue un empeño personal del párroco local Don Teodosio Herrera quien, después de una visita a las obras de la Universidad Laboral de Gijón, pidió a su arquitecto que proyectara la iglesia llamada a resarcir la demolición de la Iglesia principal de la ciudad, demolida por razones políticas en 1936. Luis Moya tomó el encargo de la nueva iglesia de Torrelavega, ubicada geográficamente en el punto de origen de la ciudad, como una continuación de sus investigaciones desarrolladas en la capilla de ese complejo asturiano, entre la modernización del arte barroco y el uso de los materiales de construcción en los años centrales del siglo XX.
El edificio se imbricó en la historia de la ciudad desde el principio, a pesar de su carácter arquitectónico rompedor, de muchos modos, entre otros su financiación, que se produjo mediante donativos de los fieles, así como la reutilización de las piedras de la antigua «Torre de los Garcilasos» para sostener el ara del Altar Mayor. El juego volumétrico respeta su engarce con una manzana existente, de modo que los espacios auxiliares del templo (parroquia, sacristía, etc.) amoldan sus dimensiones a las edificaciones existentes, permitiendo que la pieza central elíptica destaque, tanto en planta como en volumen, presidiendo la plaza Baldomero Iglesias.
Partiendo de una planta elíptica, y trabajando a lo largo de su eje largo, Moya incorpora una cúpula nervada, con un espectacular trabajo estructural de ladrillo, en la línea de las grandes «excepciones» del barroco italiano como Borromini o Guarini, destacando el uso del material en un edificio mayoritariamente construido con hormigón armado. Una serie de vanos acristalados hacen que la cúpula levite sobre la nave central del templo, incorporando una linterna central como remate.
La simbología cristiana, tanto en planta como en la ornamentación, se engarza de manera sorprendente con la estética industrial del conjunto, con materiales vistos, y volúmenes funcionales. La planta de la cripta, en forma de pez, o el juego de los ejes de la elipse, son un ejemplo de ello: el eje longitudinal se prolonga en la escalinata, y en la calle que desemboca en los jardines de Pequeñeces (charnela del conjunto verde urbano que forma el Boulevard Demetrio Herreros y la Avenida de España), mientras el eje transversal, coincidente con el camarín de la Virgen Grande, continúa a través de la puerta lateral hasta el espacio de la Plaza Baldomero Iglesias, permitiendo una continuidad histórica, dado que ahí se ubicaba la puerta de la antigua iglesia destruida.
En contraste con la sobriedad casi industrial que domina el conjunto, destacan los elementos ornamentales interiores, sobre todo los mosaicos del catalán Santiago Padrós, rebosantes de iconografía cristiana y, así como las esculturas exteriores de la Virgen Grande de Higinio Sainz que preside la espadaña ahuecada sobre la portada principal, icono urbano de la ciudad, y el friso labrado en piedra de Jesús Otero que se ubica sobre el acceso lateral que da a la Plaza Baldomero Iglesias.
RESEÑA: Alberto García Ahijado
Estado de conservacion: Bueno
12/06/2020