Cementerio de Comillas
EDIFICACIÓN RELIGIOSA
Cementerio de Comillas
Paseo las Paserucas, 25. Comillas
Luis Domenech y Montaner
Antonio Lopez/1895
Ana María de la Lastra Valdor
A finales del siglo XIX era necesario ampliar el cementerio de la villa que estaba situado en un lugar estratégico frente al mar sobre un montículo no muy lejos del puerto, bordeando la antigua iglesia. Esta iglesia parroquial estaba abandonada ya en el siglo XVI tras la construcción del nuevo templo en el centro de la villa. La afluencia de difuntos oriundos del lugar, enriquecidos a la sombra de Antonio Lopez, iba tomando proporciones imprevistas. Pero sobre todo era necesario enterrar a Piélago – Joaquín de Piélago.
En el cementerio, Domenech, eleva el lugar a la categoría de monumento. Potencia escenográficamente la ruina, la profana abriendo dos arcos de medio punto para comunicar los nuevos espacios guardándola en el centro, y la realza situando en el contrafuerte más sólido que quedaba la monumental escultura del Angel Guardián de Llimona. El muro de cerramiento la asienta marcando un ritmo asimétrico que viene dado por la pendiente del sitio, ritmo que refuerza mediante contrafuertes rematados por pináculos y cruces. Con una mínima actuación logra un máximo de comunicación. Hoy diríamos que se trata de una obra «Minimalista» por el carácter reduccionista que tiene esta audaz intervención. En un deseo de expresar la sensación de lo eterno, la calma solemne y ambivalente del ángel posado como un pájaro, pero también de lo caduco a través de la constante presencia de la ruina – imagen romántica por excelencia – el arquitecto logra crear un escenario muy digno del «Walhalla».
En el interior, el propio Domenech construye el Panteón de la familia Pielago, en el que la lápida se desplaza sobre una ola retorcida por el latiguillo modernista, y donde la blancura mate del mármol refuerza el clarouscurismo de la escultura funeraria modernista y finisecular.
Las diferentes lecturas que se han realizado de este proyecto de reforma en un edificio preexistente, desde el tratamiento de la ruina con una actitud romántica, el diálogo con el paisaje excepcional, el simbolismo de la muerte, la relación entre escultura y arquitectura, etc, convierten esta obra de Lluis Doménech en un referente de modernidad, en un paradigma de las intervenciones arquitectónicas en construcciones históricas, incidiendo en su potencial para cualificar un lugar y su entorno natural. Valores entre otros que han merecido la declaración en 1983 de Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.
08/03/2022
43.3880094, -4.291332
Caja de Ahorros y Monte de Piedad (CASYC)
RESIDENCIAL UNIFAMILIAR
Caja de Ahorros y Monte de Piedad (CASYC)
C/ Tantín 25. Santander
Luis Domenech y Montaner
Monte de Piedad de Alfonso XIII y Caja de Ahorros de Santander/1905-1907
Alejandra Herrero Olavarri
Lluis Domenech y Montaner, considerado en su tiempo como representante en España de un estilo europeo y culto, comenzó su ejercicio en Cantabria de la mano de los marqueses de Comillas, para los cuales realizó varias obras de reforma en las propiedades de la familia. Es por ello que, Don Claudio, el segundo marqués, le encargó el diseño del edificio que materializara el legado de su padre para el Monte de Piedad, en Santander.
La obra arquitectónica de Domenech se vio marcada por un carácter racional-clásico, si bien siempre trató de aportar cierto carácter en el uso del estilo como parte intrínseca de sus diseños. Defendía el uso de las formas que brindaban las nuevas técnicas y experiencias, aportándoles la riqueza de los elementos ornamentales clásicos y de la naturaleza.
Siguiendo el estilo santanderino de Doménech, marcado por la lógica, el edificio muestra una gran solidez en su exterior debido al uso de la sillería de Escobedo y a la clara lectura de su estructura. Como elemento dominante, se alza la torre que remata la esquina achaflanada en la que se produce el acceso principal. Este elemento mantiene presente el legado arquitectónico renacentista español.
Si bien, como muestra en su texto «En busca de una arquitectura nacional», Doménech también buscaba la imagen de una arquitectura española basada de la suma de arquitecturas regionalistas. Por ello, en este edificio aparecen pequeños detalles que buscan definir una arquitectura regionalista montañesa, presentes en su estilo exterior. Así, hacen presencia elementos clasicistas y barrocos típicos de las casonas montañesas, de gran carga simbólica y ornamental, como esculturas, escudos heráldicos, frontones decorados, falsas zapatas, etc., sin perder nunca la nitidez del conjunto.
Cabe destacar también la marcada composición de las fachadas, resaltando especialmente los vanos rectangulares de la última planta, articulados mediante pilastras lisas con sutiles elementos ornamentales.
Así mismo, es de destacar el diseño interior del edificio, del cual Ramón Rodríguez Llera dice en su «Arquitectura Regionalista y de lo Pintoresco», y en base a una publicación de la «Semana veraniega» lo siguiente:
«[…] al alabar las virtudes del edificio, no sólo se sorprendía de lo moderno, elegante e higiénico de todo él, si no que leyó precauciones visionarias de un fenómeno que no tardará en producirse y alterar las tranquilas aguas del eclecticismo local, […]»
08/03/2022
43.4646, -3.8060
Iglesia Nuestra Señora de la Asunción
EDIFICACIÓN RELIGIOSA
Iglesia Nuestra Señora de la Asunción
C/ Ceferino Calderón, 3. Torrelavega
José Maria Basterra y Madariaga
Ceferino Calderón/1892-1901
Alejandra Herrero Olavarri
La Iglesia de Nuestra señora de la Asunción se construye en un momento en el que Torrelavega está comenzando a erigirse como núcleo mercantil en la comunidad. En este contexto, la «Junta para la construcción de la nueva Iglesia» justifica la necesidad de su construcción en base al creciente aumento de la población de la Villa, y la obsolescencia de los equipamientos con los que hasta entonces contaba.
Como redactor del proyecto, se elige a José María Basterra, gran referente de la arquitectura religiosa en Cantabria y otras comunidades. Para llevar a cabo la obra, que dio comienzo en febrero de 1892, la Junta instó «a todos, pero a los montañeses especialmente» a contribuir en la medida de lo posible en la financiación del templo. Gracias a las aportaciones de los vecinos, y a una generosa contribución de los Condes de Torreánaz, la iglesia fue concluida en el año 1901.
El edificio, de planta de cruz latina, se conforma como un gran volumen de piedra caliza, organizado en tres naves escalonadas y dos capillas, que se abren conformando el transepto y marcando así el segundo eje trasversal. Su cubierta, es de bóveda de crucería simple.
Su fachada principal refleja dicha estructura interior, mediante tres calles coincidentes con las naves. Las dos naves laterales, de menor tamaño, se conforman por dos cuerpos sencillos, abiertos por un rosetón en el superior y un pequeño óculo en el inferior. En cuanto a la calle central, la mayor de ellas, se compone de tres cuerpos. El cuerpo superior destaca por la presencia de un gran rosetón con vidrieras, en consonancia con los de las calles laterales, y enmarcado en un gran arco. El cuerpo intermedio, más discreto, se compone de una arcada ciega. Por último, el cuerpo inferior conforma el acceso al templo, a través de una triple arcada. En los tres cuerpos, destaca la utilización alterna de dovelas rojas y blancas en los arcos. Así mismo, esta fachada queda fuertemente marcada por la presencia de los arbotantes, y de los estribos en los que apoyan.
Sobre el brazo del crucero que constituye la sacristía, se eleva la torre de planta cuadrada. Esta se conforma por cuatro cuerpos y se remata mediante un chapitel que incluye cuatro pináculos en sus esquinas. Como detalle, para resaltar su presencia y su imagen urbana, se plantan las dos grandes palmeras que enmarcan la perspectiva de la torre desde la calle Consolación.
Esta torre de gran altura, que conforma el principal elemento de referencia del edificio, elevándose sobre el resto de los tejados de alrededor, resulta de la «Batalla de las torres» sostenida por Jesuitas y Obispado en Cantabria.
En cuanto al interior, las naves se separan mediante pilares redondos con semicolumnas adosadas, rematados en arcos escasamente apuntados.
08/03/2022
43.3519, -4.0474
Banco Mercantil
EDIFICACIÓN ADMINISTRATIVA
Banco Mercantil
C/ Hernán Cortés 11. Santander
Casimiro Pérez de la Riva
1900
Alejandra Herrero Olavarri
El edificio sede del Banco Mercantil, diseñado por Casimiro Pérez de la Riva, destaca por el despliegue decorativo de sus fachadas. Esta condición se enmarca en el contexto de la reconstrucción de la zona afectada por la explosión del Machichaco, con la que se buscada recuperar el esplendor urbano anterior al suceso. Este proceso se vio fuertemente marcado por una progresiva barroquización de los exteriores, protagonizada por capiteles, torres en equina, galerías decoradas, voladizos y almohadillados.
Se trata de un bloque socialmente representativo que, sin embargo, queda limitado por su ubicación en un solar cuadrangular del primer ensanche, rodeado de bloques de viviendas. Para conseguir el efecto de distinción que requiere la edificación, Pérez de la Riva toma la decisión de retranquear el bloque para crear, en el espacio ganado, una plaza de acceso al edificio, que además aporte el espacio necesario para poder observar la fachada de manera correcta. Así mismo, destaca de los edificios del entorno gracias a las cuatro torretas en esquina y un amplio voladizo en la fachada principal, que lo elevan sobre el resto de los tejados.
Pero lo que le aporta el mayor toque de distinción es, sin lugar a duda, el programa ornamental de sus fachadas, de carácter manierista italiano, donde se concede una gran importancia a los detalles arquitectónicos. Destacan especialmente los contrastes de texturas, gracias a la combinación de voladizos, cornisas, huecos, molduras y adornos. Exaltado también por el relieve de la piedra artificial, su carácter ornamental continúa a través de las bandas de balcones, en los que se puede encontrar un amplio repertorio formado por cariátides, ménsulas, candelabros, flores, figuras humanas y animales, entre otros muchos elementos. El falso almohadillado de la piedra de sus muros le confiere un juego de claroscuros que refuerza el discurso decorativo.
Destaca también la contundencia con la que se alzan el tímpano de la fachada principal, la balaustrada de coronación y las cuatro torres que rematan las esquinas, coronadas por águilas de alas desplegadas.
En definitiva, toda esta exuberancia ornamental se podría describir como dice Ramón Rodríguez Llera en su libro «Arquitectura Regionalista y de lo Pintoresco en Santander»:
«Las cuatro fachadas exentas del sólido trapecio despliegan un abigarrado discurso decorativo, satisfacción cumplida de un arquitecto con exigentes afanes dibujísticos y enfebrecido por el anhelo del derroche y el exceso.»
En cuanto al interior del edificio, destaca la creación de una gran sala-vestíbulo que, mediante la utilización de estructuras ferrovítreas, genera un espacio de tránsito.
Si bien el edificio ha sufrido varias reformas a lo largo de los años (actualmente se está llevando a cabo la última hasta el momento), en las que se ha depurado su estilo recargado, aún hoy en día conserva su carácter excesivo y de riqueza.
08/03/2022
43.4627, -3.8038
Palacio de Ocharán
RESIDENCIAL UNIFAMILIAR
Palacio de Ocharán
C/ Leonardo Rucabado. Castro Urdiales
Eladio Laredo Carranza
Luis de Ocharán/1901
Alejandra Herrero Olavarri
El Palacio de Ocharan forma parte del conjunto arquitectónico conocido como Palacete, castillo-observatorio y jardines de Ocharan, ubicado en la finca denominada originalmente como «Toki Eder» (bello paraje), en el casco urbano de Castro Urdiales.Fue el primer elemento del conjunto en construirse, en 1901, por el arquitecto Eladio Laredo a petición de Luis de Ocharan. Para su emplazamiento, este eligió un lugar estratégico que le permitiera contemplar la carga y descarga de sus barcos en el muelle de la ciudad.
El Palacio, ubicado en un entorno con grandes zonas verdes, fue proyectado a modo de villa clásica. Se trata de un edificio de planta cuadrada, asentado sobre una base sobria de mampostería, en la que destacan unos vanos semicirculares con cerrajería metálica en forma de telaraña.
Sobre este basamento se eleva el volumen principal, revestido de mármol rosado y blanco, de claras referencias clasicistas. Una amplia terraza y un gran pórtico formado por columnas clásicas de orden jónico en doble hilera conforman el acceso en planta baja de la fachada principal. Sobre el pórtico, se sustenta la balconada de la planta primera, que recoge los tres vanos rematados con pilastras. Destacan los antepechos de la terraza y la balconada, de piedra marmórea, en los que se aprecia la figura de la flor de lis.
Continuando hacia la planta superior, destaca el colorido del friso cerámico que separa ambos pisos, marcando la línea de forjado. Compuesto por azulejos o mayólicas de cerámica vidriada polícroma de inspiración clásica diseñados por Daniel Zuloaga, el friso incluye figuras alegóricas y motivos vegetales cuyo desarrollo remarca la horizontalidad del conjunto.
En combinación con el friso, rompiendo la horizontalidad, se alzan cuatro paños verticales también cerámicos, que separan los tres vanos de medio punto del último piso. Destaca especialmente la presencia de una columnata alterna con los vanos y paños que, despegándose de la línea de fachada, aporta dinamismo al conjunto. Sobre esta columnata, descansa el amplio alero rematado con cabezas de león.
Esta configuración de fachada se repite en las cuatro caras del volumen, lo que aporta al palacio un carácter de lujo y ostentación.
Finalmente, como remate del conjunto, se alza un pequeño volumen porticado de mármol blanco, que recuerda a los templos clásicos. Destaca su frontón rematado por grandes acróteras. Este elemento, que destaca sobre el conjunto neorrenacentista, se creó de cara a ofrecer un lugar lo suficientemente elevado que pudiera hacer las veces de observatorio astronómico, dada la gran afición de Luis Ocharán por la astronomía.
En cuanto al interior del Palacio, muestra igualmente el afán de ostentación de Ocharán. Los diseños interiores, de mobiliario y decoración, donde se puede apreciar una gran calidad de ejecución, fueron obra de Laredo. Destacan especialmente las estancias del comedor y el salón recibidor.
08/03/2022
43.3757, -3.2165
Mercado de La Esperanza
EDIFICACIÓN COMERCIAL
Mercado de La Esperanza
Plaza de la Esperanza. Santander
Eduardo Reynals y Juan Moya
Corporación de Santander/1904
Alejandra Herrero Olavarri
La construcción del Mercado de la Plaza de la Esperanza se enmarca dentro del Plan Extraordinario de Obras Municipales de Santander, dirigido por Valentín Ramón Lavín Casalís entre 1896 y 1898, por aquel entonces Arquitecto municipal de la ciudad. La intención de dicho plan, promovido después de la devastadora explosión del Machichado, era desplazar el núcleo administrativo y comercial de la ciudad al interior de la población, abandonando poco a poco la zona portuaria.
Este plan incluía la construcción de un nuevo Palacio Municipal, dos Mercados, una Pescadería y dos Escuelas Públicas Municipales. Para llevar a cabo dicha labor, Lavín Casalís requirió la colaboración de reconocidos arquitectos madrileños, compañeros de estudios en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Concretamente, el hoy conocido como Mercado de la Esperanza, fue obra de Eduardo Reynals y Toledo y Juan Moya Idígoras.
El Mercado se construyó sobre parte del solar dejado por la desaparición del convento de san Francisco, compartiendo espacio con el Palacio Municipal. Cuenta además con un espacio exterior utilizado también como mercado, la Plaza de la Esperanza. Se conforma por un gran cuerpo alargado de planta rectangular, dividido en dos plantas diferenciadas desde el exterior; un basamento a modo de zócalo de piedra, y un cuerpo de estructura ferrovítrea subdividido en tres crujías.
El cuerpo principal se alza sobre el zócalo de piedra con un alzado marcado por ritmos alternos de pequeñas columnas de fundición, que definen la sucesión de módulos y huecos. Su cubierta, fragmentada en dos volúmenes, cuenta con un gran lucernario que recorre perimetralmente el encuentro entre ambos.
Su estructura ferrovítrea basilical permite crear un espacio diáfano sin apoyos intermedios, donde destaca como elemento protagonista una iluminación uniforme, conseguida gracias al lucernario longitudinal superior y a los amplios vanos acristalados de las fachadas.
Sus carpinterías metálicas, toda una obra ingenieril, se ven suavizadas por la presencia de elementos arquitectónicos puramente decorativos, generando un diálogo entre forma y función. Este diálogo se traslada a casi todo el conjunto, encontrándose multitud de contrastes; entre los perfiles recortados de las portadas y las formas geométricas del cerramiento de vidrio y hierro; entre los chaflanes del basamento y las pilastras que rematan las esquinas; entre los elementos cerámicos y la piedra de la base y portadas. Las referencias decorativas arquitectónicas, de estilo modernista, se encuentran también presentes en otros elementos como las letras de motivos vegetales del cartel principal, o las flores que adornan vigas, capiteles y columnas.
No obstante, a pesar del tratamiento del hierro y el vidrio como elementos artísticos que lo caracterizan y diferencian del común de obras ingenieriles, generalmente más sobrias, se trata de una obra enmarcada en la llamada «arquitectura de los ingenieros», donde el diseño se relega a condiciones técnicas y materiales.
08/03/2022
43.4627, -3.8100
Palacete los Pinares
RESIDENCIAL UNIFAMILIAR
Palacete los Pinares
Plaza de Italia. Santander
Valentín Ramón Lavín Casalís
Francisco García/1917
José Carrión Bermúdez
Llamábase «La Alfonsina» a una espaciosa finca que con arranque en la proximidad de la Primera playa del Sardinero subía hasta la loma del Paseo de Pérez Galdós y acababa en el Promontorio, cedida a Isabel II con la intención de establecer en ella la residencia de la familia real durante los veranos y que por pleito pasó a propiedad municipal en 1912 tras los acontecimientos políticos de 1868 que destronaron a la soberana.
En esos años de la segunda década del siglo XX, cuando se acometieron las reformas de El Sardinero, se trazaron nuevas calles en la citada gran finca delimitando un solar entre las calles Duque de Santo Mauro, Luís Martínez y La Cañía (Joaquín Costa), donde su nuevo propietario, el naviero Francisco García, decidió encargar el proyecto de una lujosa residencia a Valentín Ramón Lavín Casalís.
Valentín Ramón Lavín Casalís nace en Santander en 1863 y obtiene el título de arquitecto en Madrid en 1890. Vuelve entonces a su ciudad natal para ocupar el puesto de arquitecto municipal. Desde 1892 realiza una intensa labor como urbanista y arquitecto hasta su jubilación en 1929. Es además profesor primero y director después de la Escuela de Artes y Oficios de Santander, académico de la Academia de Bellas Artes de San Fernando y arquitecto de la Cámara de la Propiedad.
Como dice Ramón Rodríguez Llera, en su libro editado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria y la Universidad de Valladolid en 2003, «En 1915 los arquitectos locales activos, sin excepción, incluyen en sus repertorios soluciones montañesas», coinciden además «con la aparición de algunas grandes fortunas en la ciudad de Santander, prósperos negocios fraguados a raíz de la primera guerra europea. Ellos, fundamentalmente navieros, son la apoyatura principal para crear grandes palacetes regionalistas» y «en la residencia del rico naviero Francisco García se cumplen los presupuestos básicos de fidelidad a los modelos, a la casa-palacio de arquitectura tradicional culta de aire barroco cerca de la silueta del palacio de Soñanes en Villacarriedo (1718)».
La ubicación del edificio se presenta como una referencia en la ciudad. Consta de sótano, planta baja, principal y ático. Realizado todo ello en piedra de sillería. La fachada principal, orientada al norte, tiene una entrada centrada a la que se llega por una escalinata de doble vertiente. El edificio se estructura alternando cuerpos de dos pisos y torres. Abundante decoración mediante columnas en vanos con capiteles corintios, ventanas acabadas en arcos de medio punto, medallones con bustos, frontones, gárgolas con forma de proa de barco, antepechos de piedra, columnas exentas. La coronación de las torres es en terraza, con antepechos de piedra decoradas y pináculos estilizados en los cuatro extremos. El edificio está rodeado por un jardín donde se ubica una importante colección de esculturas.
24/02/2022
43.47101, -3.78190
Edificio Banco Vitalicio
RESIDENCIAL VIV. COLECTIVA
Edificio Banco Vitalicio
Calle Castelar 1. Santander
Gonzalo Bringas Vega
Adela Mazpule/1919
José Carrión Bermúdez
En 1919 Gonzalo Bringas Vega recibe el encargo para diseñar este edificio destinado a vivienda en alquiler. Gonzalo Bringas Vega nace en Laredo en 1980 y obtiene el título de arquitecto en 1906. Al año siguiente ganó el concurso de proyectos para la construcción del Palacio Real de La Magdalena, junto con su compañero de promoción Javier González de Riancho. El estilo del palacio, con reminiscencias inglesas, marcó sólo el brillante inicio de su prolífica trayectoria, que iría derivando hacia el eclecticismo y el regionalismo montañés.
La calle y alameda de Castelar construida en 1896 al norte de Puertochico hasta la fábrica de Gas, en Las Higueras, será la principal vía de comunicación entre Puertochico y la Avenida de la Reina Victoria y constituyó la culminación del proyecto de Alejandro Valle emprendido en 1885, iniciador del Ensanche hacia Oriente.
Como dice Ramón Rodríguez Llera, en su libro editado por el Ayuntamiento de Santander y la Librería Estudio en 1987, «Esta es una casa llena de histórico sentido burgués de la arquitectura, ese con que esta clase social tan distinguida acometía en algunas ocasiones la construcción de sus mejores casas de vecindad urbanas: resolución magnífica y agradable del programa, empleo de nada desdeñables materiales, pero sobre todo, y una vez resueltos los criterios tipológicos, interés vuelto principalmente a la fachada, en la cual se proclama un particular sentido del decoro, ya que este se entiende y se aplica en confusión con el término y concepto de prestigio.
Los bulevares parisinos habían dado la pauta. También los de Viena, Londres o San Sebastián. Aunque el ideal no se cumple en todas las ocasiones, existía una aquiescencia general que reglamentaba un estilo idóneo para cada destino funcional de los edificios, soluciones consideradas como las más óptimas. La Historia, en su sentido más amplio, ofrecía el respecto momentos de perfección álgida. En este organigrama de sabiduría reglamentada, el parámetro de estilístico de la casa de vecindad burguesa tiene precisamente en El Renacimiento su fundamentación más fuerte». «Esta casa se enmarca dentro, pues, de una ya entonces amplia experiencia, de la cual es clara continuadora. La ubicación es excelente, pero problemática. Con su rotundidad monumentalista, es la encargada de abrir la calle-paseo de Castelar, definiendo su primera visión, formando doble fachada principal, precisamente aquellas dos que crean el ángulo de partida señalado por la señal engrandecida del cuerpo-torre semicircular». «En su fachada principal sobre un paramento liso de fondo cuatro franjas ligeramente adelantadas llevan a cabo la ordenación de esta cara que mira al sur, a Puertochico. Entre estos cauces, se sitúan balcones semicirculares. El rito está clarificado en la misma iteración, sin tenerse tiempo para alcanzar el peligro de la monotonía. Entre otras causas, porque el edificio se ofrece finalmente como algo único».
24/02/2022
43.46344, -3.79627
Instituto Santa Clara
EDIFICACIÓN DOCENTE
Instituto Santa Clara
Calle Santa Clara. Santander
Francisco de los Cobos y Lorenzo Gallego
Ministerio de Educación/1916
José Carrión Bermúdez
La calle Santa Clara debe su nombre al convento gótico de las monjas clarisas que data del siglo XIV y fue un camino para comunicar las dos pueblas con lo que entonces era conocido por Barrio de San Sebastián, formalizado por la Cuesta de la Atalaya que comenzaba justamente en la Puerta de Santa Clara. A raíz de la ocupación francesa de 1808 las monjas abandonaron el viejo monasterio y tras el final de la ocupación de la ciudad, en 1812, las monjas nunca volvieron pero el 15 de mayo de 1838 se acordó el establecimiento del Instituto Cántabro donde estudiaron muchos cántabros ilustres y finalmente se demuele para edificar el actual edificio que se inaugura en 1916. Es, junto a la Catedral y la Iglesia de la Compañía, uno de los pocos hitos del casco urbano que sobrevivió al incendio y a los derribos posteriores.
Como dice José Miguel Remolina Seivane en su publicación, en la revista del Centro de Estudios Montañeses (Tomo LXXXVIII, 2017), con motivo del centenario del edificio (1916-2016):
«El avanzado estado de deterioro, rayano en auténtica ruina, del antiguo conjunto conventual empujó a considerar la conveniencia de su sustitución. Así lo certifica en enero de 1908 el arquitecto Alfredo de la Escalera y Amblard tras cursar visita a la vieja edificación, abogando por la necesidad de derribarla y proceder a levantar un edificio de nueva planta. El 5 de febrero de 1909 el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes convocó un concurso de proyectos de cara a la construcción del Instituto».
«Al parecer, el determinar qué proyecto se erigiría en ganador llevó mucho tiempo, pues hasta el 8 de enero de 1910 la Gaceta de Madrid no publica la disposición del Ministerio, de fecha 7, por la que se aprueba (de conformidad con el dictamen de la Junta facultativa de Construcciones civiles el proyecto presentado a concurso por los arquitectos Francisco Pérez de los Cobos y Lorenzo Gallego, para la construcción de un edificio de nueva planta, destinado a Instituto General y Técnico, Escuela de Artes y Oficios y Escuela de Náutica de Santander, por su presupuesto de contrata ascendente a 949.145,06 pesetas)».
«Acerca de estos arquitectos, de origen valenciano, poco sabemos. Francisco Pérez de los Cobos, activo desde 1899, había trabajado ampliamente en Madrid, realizando varios proyectos de viviendas burguesas entre 1907 y 1909. Lorenzo Gallego Llausas, titulado en 1901, posee así mismo un buen número de edificaciones destacadas en la capital de España».
«Es un edificio ecléctico o eclecticista, típico de su periodo, con soluciones arquitectónicas de un alto nivel, propio de las grandes capitales españolas y europeas y en el exterior los detalles de influencia Sezessión o de estilo Liberty hacen del Santa Clara un espacio único».
24/02/2022
43.46346, -3.80784
Edificio Calle Sol 31+33
EDIFICACIÓN HOTELERA O TURÍSTICA
Edificio Calle Sol 31+33
Calle Sol 31+33. Santander
Emilio de la Torriente Aguirre
Vicente Frápaga/1898
José Carrión Bermúdez
Por iniciativa de Arístides Toca en 1877 se ejecuta el Expediente relativo al ensanche de Santander por la parte llamada da Las Bigarrias con planos firmados por Antonio Chaves. Se trata de una ordenación de unos terrenos lindando con las calles de Libertad y Paseo de la Concepción. Acabada totalmente en 1897, en este ensanche, se abre una nueva calle denominada «del Sol» que parte desde San Simón hacia el Este y va alargándose siempre en la misma dirección, pero por periodos, hasta la calle San Emeterio.
Como dice Ramón Rodríguez Llera, en su libro editado por el Ayuntamiento de Santander y la Librería Estudio en 1987, «Los inquilinatos que se ofertan en la parte nueva y baja de la ciudad alcanzan altos precios y por ello se debe comenzar de nuevo la escalada de la colina para evitar la de los precios, porque allá arriba se pueden conseguir terrenos más baratos y rentables, claro es, para la construcción de viviendas de tipo medio, que son las que llenan finalmente las Bigarrias y alrededores. El Paseo recientemente abierto de la Concepción, sirve como atractivo añadido para llevar a vivir en sus aledaños a un cierto número de gentes escaladoras, camino ya del Sardinero, y gracias a la fuerte pendiente del lugar, disfrutando al menos de deliciosas vistas sobre la bahía».
Emilio de la Torriente y Aguirre (1859-1949) se titula en la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1887. A su vuelta a Santander prácticamente toda su obra se limita a trabajos para el Obispado, las Órdenes religiosas (Salesianos, Salesas y Capuchinos), dos importantes inversores santanderinos (José Pontón y Vicente Frápaga) y el ayuntamiento de Laredo, del que sería arquitecto titular.
En 1898, para Vicente Frápaga, proyecta dos hoteles de familia adosados (Villa Carmina y Villa Rosa María), en la nueva calle del Sol del ensanche de Las Bigarrias, junto a la iglesia de los Carmelitas. El edificio está dividido en dos cuerpos simétricos, salvo las diferentes soluciones que adoptan las esquinas que dan a la calle del Sol ambas resueltas en rotonda, rematada una por una cúpula con cubierta de pizarra y la otra por un torreón con cubierta octogonal de teja árabe.
Recientemente se ha ejecutado un proyecto de Javier Fernández-Cotero Echevarría para la reestructuración y acondicionamiento de ambas villas en «Edificio Hotel Sol». Como dice la memoria, «Las obras de Reestructuración a realizar en los dos edificios están permitidas en las edificaciones protegidas nivel 2, estructural y están reguladas en el P.G.O.U de Santander» (Las obras de Acondicionamiento y Reestructuración a realizar en el edificio se ceñirán a su envolvente original, suprimirán todos aquellos añadidos que desvirtúen su configuración original, y lo adecuarán al aspecto que presentaba antes de que fuera objeto de modificaciones de menor interés).
25/02/2022