VIVIENDA COLECTIVA EN C) PÉREZ DEL MOLINO, SANTANDER
Arquitecto: Enrique Bolado Gutiérrez
Colaboradores: Manuel Carrión Irún, aparejador
Dirección: c) Juan José Pérez del Molino
Municipio: Santander
Año de proyecto: 1979
Año de finalización de obra: 1983
Promotor: Fermín Villar Quintana
Empresas:
Coordenadas: 43.465665, -3.813117
Era el último resto del solar en el que, el mismo promotor, había realizado promociones anteriores. Un perímetro irregular, casi triangular con un frente curvo a Juan José Pérez del Molino y unos perfiles transversales abruptos, como consecuencia de la diferencia de cotas entre esta calle y Juan XXIII. ¿Qué podemos hacer aquí? Me preguntaba Fermín Villar propietario, promotor, vecino y amigo. Había pasado poco tiempo desde mi regreso a Santander, después de mis estudios en Madrid y mis inicios profesionales en la capital. Vivía en la calle Vía Cornelia, en las proximidades del solar, en una vivienda adquirida al mismo Fermín Villar y mi estudio se emplazaba en la calle Calderón de la Barca, en la misma escalera y un piso por debajo de sus oficinas de promotor y constructor. Estas circunstancias siempre fueron importantes en la gestión, desarrollo y definición de este proyecto.
Los primeros croquis surgieron enseguida y fueron el resultado de abordar el proyecto desde su aspecto formal, como remate de una manzana dejando en un plano secundario los aspectos de aprovechamiento y promoción. Este planteamiento generaba bastantes dudas sobre la posible respuesta de la propiedad, dudas que se disiparon rápidamente mediante una entusiasta acogida al presentar los primeros croquis. Tras sucesivas conversaciones, y sin alterar en nada la idea inicial, se concretó el encargo para proyectar un edificio que fuera un referente en un entorno poco atractivo, fue algo ilusionante desde sus comienzos.
El resto fue relativamente fácil, todas las iniciativas que se generaban desde el proyecto eran asumidas en conversaciones siempre espontáneas, casi casuales. La diferente tipología de las plantas, los perímetros curvos, la estructura portante reticular…todo fue, en la práctica, una grata colaboración entre propiedad y arquitecto. Solo la imposición de generar un aprovechamiento bajo cubierta alteró, de manera satisfactoria, el proyecto inicial que se había previsto con cubierta plana.
Mención especial requiere el cerramiento proyectado y realizado en ladrillo visto aplantillado evitando el aparejo sardinel. Este reto fue resuelto con la inestimable colaboración de los hermanos Arche, Polo y Ciuco, gestores de “Tejerías La Covadonga” que atesoraban una larga experiencia fabril y constructiva.
El lento ritmo de ejecución, consecuencia de una promoción autofinanciada, permitió atender y meditar los interrogantes propios de la obra, y disfrutar de las soluciones constructivas que se aportaban desde la dirección y se asumían, siempre con entusiasmo, por la propiedad. Un atípico caso en el que la figura del promotor – constructor se constituyó en elemento determinante del buen resultado final.
Historia distinta ha sido los cierres de terrazas realizados posteriormente, y sin intervención del promotor ni del arquitecto, al amparo de unas ordenanzas municipales que reclaman una revisión de criterios en profundidad.